sábado, 19 de marzo de 2016

CAPITULO XIX




ADVERTENCIA: ESTE POST CONTIENE ESCENAS DE CARACTER SEXUAL +18.CLASIFICACION POR DESCARGO R


CAPITULO XIX

Leonardo se encontraba absorto dibujando compulsivamente el símbolo que había visto en la nota para Girolamo cuando oyó unos ligeros golpes en la puerta.


Al levantar la vista de su cuaderno  vio entrar al conde con expresión sombría  y dejo sus enseres de dibujo a un lado, levantándose del suelo para ir al encuentro de su amante.


-Girolamo... Has regresado pronto. ¿Quién te ha mandado llamar?



Leonardo poso sus manos en la cintura del conde y ladeo la cabeza, intentando descifrar la expresión neutra de Riario.


El conde cogió el rostro del artista entre sus manos y lo miro detenidamente, intentando memorizar cada una de las pecas que adornaban la hermosa piel de su amante, grabando en su memoria  el color exacto de verde que brillaba en sus pupilas y un gemido escapo de sus labios, al comprender que si no hacia lo que el cardenal le había ordenado, le perdería para siempre.


-Nadie, caro... No había nadie.



Susurro con voz ronca inclinándose para besar a su artista.

Los labios de Girolamo tocaron los de Da Vinci en una suave caricia que pronto se convirtió en un beso desesperado.

La lengua del romano se abrió paso, buscando la de Leonardo con urgencia y aunque al principio se sintió extrañado,  Da Vinci no tardó en responder, con la misma presteza.

Sus manos bajaron por los costados del cuerpo de su amante hasta sus caderas, y tiro de él, meciéndose contra su cuerpo.

Riario seguía acunando su rostro entre sus manos, besándole sin parar y cuando se separó lo suficiente para coger aliento, suspiro contra su boca entreabierta.



-Te amo, Leonardo.... Nunca lo pongas en duda. Nunca, amor mío.

Leonardo se sentía confuso por la forma de actuar del conde, pero cuando sintió como los labios de su antigua némesis se desplazaban por su mentón hasta llegar a su garganta, dejó de pensar.


Girolamo parecía estar en todas partes y en ninguna a la vez, y sus caricias y besos, cada vez se sentían más hambrientos y desesperados.



-Eres el sol que ha iluminado mi mundo de tinieblas, y sin tu luz no podría vivir, Leonardo... Eres mi luz en un mundo de sobras... Mi luz, artista.


Susurraba Girolamo sin cesar cada vez que su boca volvía a la de Leonardo.

Con manos hábiles, pronto las ropas que llevaban puestas abandonaron sus cuerpos y con delicadeza, empujo a Da Vinci sobre la amplia cama, que durante tantos años había acogido la soledad de su cuerpo.

Pronto, esa misma cama acogería otro cuerpo...Uno que Girolamo no quería conocer, y sintiendo como su alma se rompía por dentro, miro con desesperación a Leonardo.


-Nunca voy a dejar de amarte, mi caro... Nunca...


Riario subió a la cama, arrodillándose entre las piernas de Leonardo y acaricio su cuerpo esculpido con sus manos abiertas, queriendo memorizar cada musculo y cada tendón con su tacto.

-Mi bello artista... Mi Leonardo...


El conde dejó de hablar al sentir como su voz se quebraba, casi al borde de las lágrimas, pero siguió acariciando el cuerpo perfecto de su amante en suaves caricias.

Leonardo se incorporó, cogiendo el rostro de su amado entre sus manos y lo obligo a mirarlo.


- ¿Que te ocurre, vita mía? ¿Qué es lo que te aflige de esta manera?


Pregunto preocupado al ver el brillo de las lágrimas en los oscuros ojos del conde.


-Nada, amor... Solo que eres tan hermoso y te quiero tanto que a veces siento que me duele solo con mirarte.


Riario se apodero de sus labios, besándolos sin parar y gimiendo contra la boca entreabierta que respiraba contra la suya.

Con sus manos acariciando la espalda del artista, lo tumbo despacio y sus besos se desplazaron por la línea de la barba, acariciando la curva del mentón con delicadas caricias. Siguió bajando, mordisqueando la nuez y Leonardo deslizó una de sus manos entre el espeso pelo negro hasta llegar a la nuca y anclo a Girolamo a su garganta, sintiéndose morir cuando los dientes de su némesis apretaron la tierna carne de su cuello.

Pero Girolamo siguió bajando, trazando con su lengua el camino hacia sus pectorales y una vez allí, succiono las tetillas del pecho de su amante, apretándolas entre sus dientes y humedeciéndolas con su lengua, y sonrió al comprobar como la piel del artista se erizaba.


Siguió bajando, mordiendo los músculos del abdomen y jugueteando con su lengua en su ombligo, mientras sus manos acariciaban los muslos delgados y fibrosos.

Leonardo lo observaba, respirando entrecortadamente y cuando el conde mordió primero una de sus caderas y luego la siguiente, una súplica salió de los labios de Da Vinci.


-Por favor, Girolamo... Por favor....


Riario levanto sus ojos oscuros hacia él y sonrió con melancolía, observando el efecto de sus caricias en el cuerpo del artista.


- Quiero empaparme de ti, Leonardo.... Emborracharme con tu esencia y marcar cada rincón de tu piel con mis besos....


Leonardo iba a decir algo, pero cuando los labios de Girolamo rodearon su erección, se olvidó completamente de pensar.

Solo podía sentir las húmedas caricias burlándose de él y empezó a gemir, arqueando sus caderas y hundiendo sus dedos entre el pelo de su amante.


Girolamo seguía mirándolo, queriendo grabar a fuego la expresión de Leo en su memoria y  cuando sus manos buscaron uno de los frascos que habían traído de los baños de Alexandro, humedeció sus dedos con la esencia embriagadora del aceite y despacio, preparo a su amante para que pudiera acogerlo.


-Por favor, Girolamo... por favor...


Susurraba Da Vinci empujando con sus caderas en la calidez de la boca de su enamorado.

Las caricias húmedas se incrementaron y sus dedos penetraron más deprisa, llevándolo al límite en pocos minutos.

Con un grito de placer, se derramo en la boca de su amante y tras unos segundos intentando llevar algo de aliento a sus pulmones se incorporó, tirando de Girolamo para que se tumbara encima de su cuerpo.


-Hazme el amor, caro....


Susurro el artista contra los labios entre abiertos de su amante. Girolamo lo beso con demanda, a la vez que se guiaba a si mismo hacia la entrada de su cuerpo y empujo despacio, sintiendo como Leonardo clavaba sus dedos en los músculos de su espalda al sentir como el piercing que llevaba puesto Girolamo iba recorriendo el camino de su interior, arrancándole jadeos ahogados al maestro.
Cuando se hundió por completo en la calidez de su cuerpo ambos gimieron y el conde empezó a moler sus caderas contra la pelvis de su artista en profundas estocadas que lograban arrancar pequeños gritos apenas contenidos  de la garganta de su amante.


- Te amo, Leonardo, mi luz.... mi sol, mi todo...


Susurro Girolamo alzándose sobre las palmas de sus manos. El maestro apretaba sus caderas con sus muslos, y clavaba sus dedos en las nalgas del conde, instándolo a profundizar sus movimientos al sentir como la cordura abandonaba su cuerpo. El  pendiente que su amante llevaba intensificaba el placer producido por las embestidas, y las piernas de Leonardo cayeron pesadamente sobre la cama, incapaz de cerrarlas alrededor de los empujes de su amante.

Riario gruño, mordiendo los labios de Leonardo y con un movimiento ágil, lo incorporo contra su pecho y se dejó caer hacia atrás, afianzando sus manos en las caderas el artista y lo ayudo a moverse, guiándolo con sus manos.


Leonardo lo sentía en todas partes y echando las manos hacia atrás, las apoyo en las rodillas dobladas del conde y echo la cabeza hacia adelante, conteniendo un jadeo ahogado.


Riario sentía que el corazón se le partía al observar a su bello ángel cabalgándolo y supo que jamás podría renunciar a él. Una vida sin Leonardo era una muerte segura y sin poder controlarse, las lágrimas se escaparon, corriendo por sus mejillas.

Leonardo seguía moviéndose sobre él, perdiéndose en las sensaciones que dominaban su cuerpo y cuando se inclinó y bajo hacia los labios de su amante, pudo observar como las silenciosas perlas saladas se derramaban desde los profundos y oscuros ojos de su conde.


- No olvides nunca que yo soy tuyo y tú eres mío, Leonardo...Nunca, caro....


-Nunca, vita mía, nunca....


El artista dejo un reguero de besos desde sus labios hasta su cuello y mordisqueo la nuez que sobresalía en la garganta de su amante, notando un sabor extraño en la punta de su lengua, pero no le dio importancia


Una de las manos del conde se afianzo con más fuerza en la cadera, del artista y clavando los dedos en la carne ,dejo allí sus marcas.

La otra rodeo la erección del florentino y empezó a moverse a los mismos compas que marcaba con sus estoques.

En pocos segundos, Girolamo se derramo en el interior de la gruta que lo acogía, a la vez que Leonardo lo hacía en su puño y ambos se fundieron en un beso desesperado.

Leonardo se acomodó sobre el amplio pecho de su amante y cerró los ojos, intentando recuperar el control mientras escuchaba el latido desbocado del corazón del conde.


Girolamo acaricio su espalda, cerrando los ojos y cuando Leonardo rodo a su lado en la cama y se refugió en sus brazos, lo miró con los ojos semi cerrados.


-¿Por que tengo la sensación de que esto es una despedida?


-Porque tu juicio esta nublado, caro.... Estas agotado, Han sido varios días sin casi descansar y eso te está pasando factura.... ahora duerme, mi bello artista... duerme y sueña, y no olvides jamás que pase lo que pase, eres mi sol y que te amo más que a mi vida...


Girolamo lo observo con un deje de tristeza y aunque Leonardo intentaba mantener los ojos abiertos apenas podía y sentía como si estuviera cayendo en un profundo pozo.


-¿Me has drogado?


Girolamo asintió y aparto el pelo sudoroso que caía sobre la preciosa cara de su amante.


-Belladona untada en mi cuerpo... Era necesario, amor mío... Nunca pongas en duda de que te quiero y que todo lo hago por ti...


Las lágrimas bañaron el rostro de Girolamo y todo lo que pudo ver Da Vinci antes de caer en la inconsciencia era la mirada afligida en los enormes ojos castaños que lo miraban llenos de tristeza.


Riario lo beso, mojando la cara del artista con sus lágrimas, y sintiendo como su corazón se rompía en mil pedazos acuno al artista contra su pecho, durante lo que parecieron segundos en la inmensa eternidad de la noche.

CONTINUA EN EL CAPITULO XX

4 comentarios:

  1. Odio cuando uno presiente q lo q esta viviendo en esos momentos es una despedida.... yo hubiera hecho la "tortuosa" tarea de untar belladona sobre el cuerpo de Riario

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  2. yo tambien y luego de lamerla...me da igual si me enveneno...moriria feliz XD

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  3. ¡Por favor continúa! Me he encontrado con tu fic de casualidad y me ha encantado <3 Amo demasiado está pareja y es muy difícil encontrar fics en español de ellos.

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  4. Si, el viernes actualizaré. Tengo escritas unas 150 paginas, y lo voy colgando poco a poco, por que las fotos las edito yo tambien y a veces el portatil no quiere colaborar.
    Es dificil encontrar fics Leario en español. Yo creo que he visto dos o tres y todos en la categoria de oneshot.
    Gracias por comentar. :)

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