viernes, 25 de marzo de 2016

CAPITULO XXII



ATENCION:  Este post contiene escenas de caracter sexual, lenguje inapropiado y uso de drogas. clasificacion por descargo: R



CAPITULO XXII

Pasaron los meses y Battista ascendió al trono de san Pedro portando el nombre de Inocencio VIII y tal y como había prometido, instauro una bula papal por la cual sostenía que la mera creencia en las brujas era una herejía.
Los inquisidores de la Iglesia seguían los dictados del Malleus Maleficarum y Leonardo se libró de ser torturado y  quemado  simplemente por estar bajo el amparo del Vaticano.

Su existencia se limitaba a trabajar, a fumar la flor del opio y a dormir.

No había vuelto a tener contacto íntimo con Girolamo desde que él lo dejara para contraer nupcias con Catalina, y aunque muy de vez en cuando accedía a compartir unas copas o una comida con la pareja, jamás se explayaba más de 5 frases con ninguno de ellos.

Todos los días al anochecer, podía observar como Girolamo y la señora de Imola se retiraban a sus aposentos para seguidamente escuchar los jadeos ahogados que procedían de la habitación cuando la pareja hacia el amor.

Leonardo encontraba un vicio perverso en escucharlos detrás de la puerta y aunque se sentía morir, imaginaba que era el quien recibía las atenciones del conde, y con esa enfermiza obsesión, iba soportando vivir un día tras otro.


Un día, caminando por los pasillos del castillo divisó a Catalina saliendo de su habitación con el semblante pálido y la miro extrañado.

Se notaba por sus ojos enrojecidos que había estado llorando y aunque no le caía bien la dama, no pudo remediar acercarse a ella para consolarla.


-Buenos días condesa. ¿Puedo hacer algo para que se sienta mejor? La veo algo cansada, y puede que alguno de mis remedios la ayude a recomponerse.


Susurro Leonardo mirándola inquisitivo. Ella levanto su mirada y justo cuando iba a hablar, se llevó una mano a la boca, reprimiendo una arcada.

Leonardo palideció al comprobar que el malestar de Catalina se debía posiblemente  su estado de buena esperanza.


- Acompáñeme, señora... Le preparare un bebedizo que hará que las náuseas desaparezcan.


Ella acepto el brazo que el artista le tendía y la guio hacia su taller, situado ahora en la primera planta.


Con un gesto educado, la ayudo a sentarse, y se dispuso a preparar el bebedizo que la ayudara, pero ella agarro su mano, y lo insto a que se sentara junto a ella.


Lo miro con afecto y aun sujetando la mano del artista entre las suyas, le hablo.


-Leonardo, debo decirte una cosa que llevo callando demasiado tiempo.


El artista la miro y negó con la cabeza.


-Si concierne a Girolamo, no quiero saberlo.


Da Vinci se soltó y negó con la cabeza, marchándose hacia su mesa de trabajo.


-Pero Leonardo....


Catalina lo miro casi desesperada y el artista le tendió el brebaje, instándola a que se lo bebiera.


-No, mi señora... Me da igual. No quiero saber nada que provenga del conde.
Bébase esto, le hará bien a usted y  a la criatura que lleva en su vientre.


Catalina se resignó y se bebió el bebedizo que da Vinci le había preparado y tras dejarla descansar un rato la acompaño de nuevo a sus aposentos.


-Debe descansar, mi señora. Su cuerpo está sufriendo cambios y las náuseas son provocadas por una contracción del diafragma. Intente no presionarlo y deje el uso del corsé... Podría ser perjudicial para su hijo.


Ella asintió y tras darle las gracias cerró la puerta.

Leonardo miro por encima de su hombro con gran pesar y se dirigió a su taller, para seguir trabajando.



Después de dejar a Catalina en sus aposentos, Leo volvió a su taller para seguir trabajando pero frustrado sintió que no podía más, y lanzo lejos el sudario en el que estaba trabajando, pateando un cubo de nitrato de plata y dejando el taller patas arriba.

Sentía como su sangre bullía en sus venas, debido a la rabia y se meso el pelo, levantándolo en desordenados picos.

Ya llevaba 4 sabanas del siglo I destrozadas y el encargo de Battista se le resistía. Había logrado plasmar la imagen del santo Cristo en el lienzo con la técnica de la cámara oscura, pero el problema estaba en el rostro. No sabía cómo imprimar la tela con nada que no fuera pintura y todos los rostros que lograba plasmar en el lienzo era el de Riario y por más que lo intentaba, no podía sacarlo de su mente y ahora...Ahora que Catalina estaba embarazada, lo había perdido para siempre.

No podía seguir allí. Se estaba ahogando y salió del taller, escapándose de Sant Angelo por los túneles que llevaban al Vaticano.

A pocas manzanas había una taberna que le gustaba frecuentar y ya que desde que era un prisionero a sueldo del Papa Inocencio, el dinero para gastar en opio y vino, no era un problema y al santo padre le daba igual en que lo gastara mientras siguiera rindiendo en el trabajo.


Sentado solo en un rincón, ya había dado buena cuenta de unas cuantas jarras de vino cuando sintió que alguien se paraba en su mesa y levantando la vista vio a su antiguo compañero y rival, Sandro Botticelli.


-Oh, no.... Tu no...


Jadeo Leonardo volviendo a beber de su vino. Sandro lo miro con desprecio y se cruzó de brazos.


-¿A quién tenemos aquí? Al salvador de Italia... Veo que aunque tu fama se ha incrementado, sigues siendo una piltrafa humana, Da Vinci. Estas hecho un puto asco.


Leonardo levanto sus ojos hacia él y sonrió con cinismo, bebiendo y vaciando su copa de un trago.


-Y tú sigues siendo un arrogante y un envidioso, Botticelli.


Carraspeo y volvió a llenar su copa, tendiéndosela a su antiguo compañero de estudios.


-¿Qué haces en Roma?


Sandro se extrañó del gesto del artista, pero cogió la copa que le ofrecía y se sentó a la mesa con él.


-El Santo padre quiere que pinte unas Madonas en una de las nuevas capillas. He oído que tú también estas trabajando para él, pero dado tu estado, no debes ganar muchas monedas....




Leonardo asintió, y se llenó de nuevo la copa, chocándola con la de Sandro.


-Tampoco estoy tan mal.... Piel y poco más que tendones y huesos, casi como si de un Cristo redentor se tratara.


Suspiro bebiendo de su vino y se mordió el labio, mirando a Sandro.


-Hace medio año que soy prisionero de ese psicópata en Sant Angelo... 6 putos meses sin hacer otra cosa que trabajar y beber y ni siquiera puedo tener aquí a mis amigos conmigo.


Sandro asintió y miro a Leonardo con algo parecido a la pena. No era más que una sombra de lo que había sido en Florencia y aunque eran rivales, no le gustaba verlo tan derrotado.


- Zoroastro y tu hermana viven juntos en la antigua casa de nuestro maestro Andrea y el joven Nico es asesor de Lorenzo de Medici. Parece ser que su nueva esposa, Vanessa Moschela lo convenció para que el niño Maquiavelo se hiciera cargo de las cuentas.
¿Puedes servirme más vino?


Leonardo cogió la jarra y empezó a llenar la copa de Sandro hasta que se desbordo y la bebida se vertió, por la mesa, manchándolos a los dos, Sandro ahogo una maldición y se apresuró secar el líquido derramado, pero Da Vinci no parecía darse cuenta y el pintor lo dejo correr. Bebió de su vaso y miro fijamente a Leonardo. Parecía cansado y sus ojos estaban enrojecidos y decidió quedarse con él, para servirle de apoyo en lo que iba a ser una noche larga. Ya antes había sido testigo de los excesos de Da Vinci y sabía perfectamente la clase de líos en los que se metía cuando era el vino el que regía sus pensamientos.


-He oído que el conde Riario contrajo matrimonio con la bastarda del duque de Milán...Siempre pensé que ese hombre no tenía polla...Tan estirado como si llevara un palo en el culo todo el día... Aunque no me importaría que fuera el mío el que  lo hiciera ir tan derecho... Es hombre es condenadamente atractivo... Casi como si el propio Lucifer estuviera reencarnado en un cuerpo humano.


Leonardo gimió como un animal herido y Sandro frunció el ceño. Leonardo no era de su agrado, pero verlo tan afectado, hacía que su corazón diera un vuelco.


-Lo siento, Da Vinci...No era mi intención herir tus sentimientos. Yo no sabía...


Murmuro el pintor posando una de sus manos en el hombro de su rival.


Leonardo lo miro lamiéndose los labios y sin previo aviso, deslizo una mano por la nuca de Sandro y lo acerco a su boca.
El pintor no podría sorprenderse más si el genio en ese momento se hubiera vuelto verde y acepto de buen grado el beso que Da Vinci le ofrecía, pero se obligó a separarse pasados unos segundos y carraspeo para aclarar su garganta.


-Aquí no, Leonardo. Esto no es Florencia y si nos ven, podemos meternos en graves problemas. Tú ya has sido acusado, y yo no puedo permitirme serlo... Yo no tengo ni tu fama, ni tu talento, y necesito seguir trabajando para no morirme de hambre.


Alcanzo su copa y bebió, mirando a Leonardo con un sentimiento que no podía descifrar.


-¿quieres venir a mi casa? No está lejos y quizás podríamos tener algo de intimidad, si eso es lo que deseas.


-Prefiero ir a la mía... ¿Has estado alguna vez en Sant Angelo?


Sandro asintió y apretó la rodilla de Leonardo, mirándolo con una sonrisa.


-Solo en la cuarta planta...


-Yo vivo en la primera.


Leo asintió y tras dejar unas monedas sobre la mesa para la mujer de la taberna, insto a Botticelli para que lo siguiera y salieron a la luz del ocaso. 

Los dos hombres paseaban por las estrechas calles y en un momento dado, Leonardo empujó a Sandro contra unos de los oscuros rincones de un callejón y volvió a besarlo casi con desesperación arqueándose contra su cuerpo y posando sus manos en sus caderas, lo atrajo hacia las suyas.

Necesitaba sentir... Necesitaba saber que no estaba tan muerto por dentro como se sentía, y Sandro le venía igual de bien que cualquier otro.


Botticelli gimió contra la boca entreabierta del maestro y sus manos se pasearon por sus hombros, amasándolos y frotándose contra él.


-Leonardo... Espera...Aquí no... Hay guardias por todas partes, se paciente.


Logro jadear Sandro mientras Leonardo mordía su cuello.


Poco después, entraron en los túneles y llegaron al taller del artista sin ser vistos.

Da Vinci no perdió el tiempo y su asalto hacia Botticelli se hizo más intenso, pero aunque las atenciones del pintor no eran pocas, él se sentía extraño en unos brazos que no eran los de Girolamo, y no lograba excitarse, a pesar de que las manos de Sandro parecían estar en todas partes.


El pintor pudo notar como algo iba mal, y posando sus manos en la cintura de Leo, lo empujo lo suficiente para poder mirarlo a los ojos y al ver como el labio del artista temblaba, acaricio su mejilla con el pulgar.
Leonardo siguió con su asalto desesperado, desabrochando las cintas del pantalón de su amigo y Botticelli negó con la cabeza.


-Basta Leonardo.... Basta, bello...No es esto lo que quieres...


Leonardo volvió a gemir, como si fuera un animal herido y cuando la mano del pintor se deslizo en su nuca,  apoyo la cabeza en el hueco de su cuello y su cuerpo empezó a sacudirse en pequeños espasmos, y Sandro suspiro al darse cuenta de que Leonardo estaba llorando.

Lo mantuvo contra su cuerpo, acariciando su espalda y apartándole el pelo de la sien, lo beso allí con aprecio.


- Tranquilo, Maestro, tranquilo. No hay nada malo en el amor, Leonardo...Lo malo es cuando se sufre por él, y ahora sé que tu pesar y tu corazón pertenecen a otro.


Botticelli siguió acunando a Leonardo contra su cuerpo y después de que el artista se desahogara, él se colocó bien la ropa y miro a Da Vinci con un sentimiento de renovado cariño.

Nunca había sentido devoción por su rival, pero había descubierto que tras la fachada de sinvergüenza del genio, habitaba un corazón roto y vulnerable y el, que entendía perfectamente el mal del desamor, no pudo sentir nada más que compasión hacia el artista.


- Intenta dormir un poco, Leonardo... Duerme y deja descansar a tu atribulada mente, o terminaras rompiéndote del todo.


Leonardo asintió, y se dejó caer en su cama, cogiendo su pipa y tras encenderla y darle una calada, murmuro una disculpa que sonó torpe.


Sandro le revolvió el pelo y salió del taller, sorprendiéndose de encontrar al Conde al final del pasillo.

Girolamo se puso rígido al ver a Botticelli salir del estudio de Leonardo y aunque intento darse la vuelta y huir por donde había venido, el pintor llamo su atención.

Él se paró en seco y con una sonrisa de suficiencia, saludo al pintor.


-Buenas noches, Botticelli. Espero que su visita al taller de nuestro artista haya sida provechosa.


Riario intento que su voz sonara normal, pero le salió crispada y Sandro lo miro fijamente, a la vez que se apartaba un mechón de su hermoso pelo rubio  de la cara.


- No todo lo que me hubiera gustado, mi señor, pero si me permite la confianza, quisiera decirle una cosa.


Riario apretó los puños al observar un chupetón en la garganta del pintor y un tic se instaló en su mandíbula.


- ¿Y qué cosa quisiera decirme, señor Botticelli?


Sandro volvió a colocarse el mechón de pelo detrás de la oreja y miro al conde con ojos desafiantes.


-Leonardo está sufriendo. Tiene el corazón roto y está perdiendo su talento. Da Vinci es el mayor genio que el mundo a conocido y se está dejando morir, ahogándose en alcohol y opio, consumido por la pena y sepa mi señor, que todo es culpa suya. Si el mundo pierde a Da Vinci, esa responsabilidad caerá sobre su alma, porque no se le puede mostrar el amor a un perro herido, para luego apartarlo de una patada.
Buenas noches, señor conde.


Sandro se dio media vuelta y se marchó, dejando a Riario con dos palmos de narices, tan confuso  como furioso.

Girolamo vio desaparecer a Botticelli por uno de los túneles y aunque la rabia bullía en su interior y deseaba entrar en el taller de Leonardo y decirle lo que pensaba, se contuvo y se obligó a seguir el camino hacia las cocinas.
No iba a poner la seguridad de Leonardo en jaque, solo por que tuviera un ataque de celos.


CONTINUA EN EL CAPITULO XXIII


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6 comentarios:

  1. Me gustaría golpear a Riario.... una golpiza no le vendria mal -_-

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  2. :) nuestro querido conde es un maestro en esconder sus emociones, Puede que nos de una sorpresa y todo no sea lo que parece ;)

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  3. Pobre Leonardo ;--; Aunque Sandro le tenía ganas xD y Riario... realmente necesita que alguién más le de una bofetada xD

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    1. Pobrecito Riario...., A Sandro me parecio buena idea agregarlo por que en la serie asi ni salio y el trato que le dieron al pobre no fue muy justo,la verdad.

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    2. Realmente me dan pena los dos (Leo y Riario) Espero saber pronto que hará Riario para... recuperar el tiempo perdido 9.9 y que pasará con Sandro, que realmente debería haber salido en la serie o haber tenido más protagonismo... En fin, ¡Me encanta tu historia! :D

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    3. Muchisimas gracias. Pues pasara que... Ah!! Sorpresa XD. Espero poder actualizar dentro de la semana que entra por que hay mucho ecrito y tengo que editar los capitulos. Sandro tendra su participacion, por que me encanta y no quiero dejarlo de lado, ademas que ahora estan todos en el mismo frente, osea trabajando para Battista y es inavitable que salga mas.
      La cosa se va a complicar un poco, pero yo creo que se arreglara.
      Mil gracias por tus comentarios, de verdad.

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