viernes, 1 de abril de 2016

CAPITULO XXIV




ADVERTENCIA: ESTE POST CONTIENE ESCENAS DE CARACTER SEXUAL +18.
CAPITULO XXIV
El conde tiro de Leonardo arrastrándolo hasta detrás de una de las columnas, justo a tiempo.
Los guardias estaban muy cerca y ambos amantes contenían el aliento, mirándose a los ojos.
Leonardo bajo su vista hacia los labios de Girolamo y trago saliva, sintiendo como su corazón se aceleraba.

Realmente no sabía si todo era real o un simple producto de una ensoñación producida por el opio, pero de lo que estaba seguro era que necesitaba a Girolamo a su lado.
Los meses que había pasado sin el habían sido una tortura y ahora que podía sentir su proximidad, todo su ser se llenó de una agradable sensación que calentaba por igual su cuerpo y el corazón que creía muerto.



Los guardias se alejaron pasillo abajo y las manos del artista se cerraron en torno a la camisa de Girolamo, atrayéndolo hacia él.



-Llévame a casa...Por favor, Girolamo...Si de verdad eres real, llévame a casa...



Gimió acercando sus labios a los del conde. Los ojos del romano brillaron con un resplandor anaranjado, producido por la ondeante luz que provenía de una de las antorchas y asintió, rozando la boca entreabierta de Leonardo con la suya.



- Ya estás en casa, Leonardo.



Sus labios atraparon los del artista, besándolos con suavidad, pero también con urgencia.

Las manos de Leonardo acariciaron sus hombros y se meció contra su cuerpo, buscando el ángulo correcto para poder sentir el miembro de su amante contra el suyo y gimió, cuando las manos del romano, bajaron por su espalda y se posaron en sus nalgas, apretándolo mas contra él y el artista sintió que no podía seguir esperando.


Con destreza desabrocho las cintas de su pantalón, abriéndolo y exponiendo su erección y cuando sintió como la mano de Riario lo acogía, ahogo un gemido escondiendo su cara entre el hueco del cuello de su amante.


Sabía que se estaban exponiendo demasiado, pero ninguno de los dos podía pensar con coherencia y cuando las hábiles manos de Leonardo, lograron desabrochar el pantalón del otro hombre y su puño cerrado se cerró en torno al miembro duro y caliente sintió que volvía a la vida.


Su pulgar acaricio la corona, sorprendiéndose de encontrar aun el aro que la decoraba y un suspiro casi agónico broto de su pecho, cuando sintió como Girolamo se corrían entre sus dedos.


Después de casi medio año sin más atenciones que las propias, el conde no duro demasiado.

Casi como un adolescente, Riario estallo entre los dedos de Leonardo y pudo oír como una risa cargada de deseo, brotaba de la garganta de su artista.


-Me alaga, señor de Imola... No pensaba que mis atenciones lo vencieran tan pronto...


Girolamo escondió la cara en el hueco entre el pelo y el cuello de Leonardo, respirando entrecortadamente.


-Joder...Lo siento... Yo...


Gimió el romano muerto de vergüenza. Da Vinci acuno con una mano su cabeza contra el hueco de su cuello y aprovecho para mordisquear el lóbulo de su oreja, provocando en su amante un millón de escalofríos que recorrían sus terminaciones nerviosas y lo hacían sentirse vulnerable.


-Menudo lenguaje más soez, mi Lord...


-Ha pasado demasiado tiempo, mi caro... Necesito saber que el rio del tiempo no nos ha separado.


Leonardo sintió que Girolamo apartaba su mano, y los rodeaba a ambos, comenzando a mecerse mientras los acariciaba a los dos con un ritmo constante.

Leonardo volvió a gemir, meciéndose contra el puño que los acogía y el conde lo callo con sus besos, acariciando y humedeciendo sus labios con su lengua y con su respiración jadeando contra su boca entreabierta.

Leonardo rodeo con un brazo el cuello de su amante y con la mano que tenía libre, tiro de la camisa de Girolamo, sacándola de los pantalones y coló su mano debajo, acariciando los músculos que se contraían y se tensaban cada vez que el otro hombro mecía sus caderas contra las suyas.

El ritmo que marcaba Girolamo era constante, moliéndose contra Leonardo y cuando el artista noto que se iba a correr se obligó a morder el hombro de la camisa de su amante, intentando controlar el grito que parecía nacer desde lo más profundo de su alma.

Cuando la esencia caliente de Leonardo se derramo contra su miembro, uniéndose a la suya, Girolamo ahogo una maldición, sintiendo una oleada de placer que lo dejo tembloroso.

Leonardo siguió meciéndose entre sus brazos y Girolamo lo abrazo contra su pecho, intentando recuperar la respiración y cuando los ruidos de las espadas de los guardias volvieron a oírse aproximándose, coloco como pudo las ropas de ambos con presteza y tiro de Leonardo, cogiéndolo de la mano.


-Ven conmigo.... Te necesito ahora...



Susurro Girolamo con voz autoritaria y ronca.




CONTINUA EN EL CAPITULO XXV

2 comentarios:

  1. ¡Al fin están juntos! ¡Sii! <3 Ahora entiendo que defendieras tanto a Riario, y Leo al fin puede tener en sus manos a su conde (Y Riario a su artista) Me imagino que prontamente aparecerá Sandro tratando quizás de entrometerce entre ellos... 9.9
    ¡Por favor continua! :3

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    1. La historia de Sandro es un poco triste, pero vamos, que ya le tengo yo pensado un futuro para que sea mas feliz. XD

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