sábado, 23 de abril de 2016

CAPITULO XXIX


ATENCION: ESTE POST CONTIENE INSINUACIONES SEXUALES Y LENGUAJE ADULTO.
CLAIFICACION POR DESCARGO: R



CAPITULO XXIX

Riario se dio la vuelta y empezó a camina entre el gentío.
Absorto paseaba arriba y abajo entre los puestos de los mercaderes, sorprendiéndose de la cantidad de cosas que podía comprar para Leonardo, y su simple recuerdo, hizo que un nudo se formara en su pecho.



Quería a ese genio loco, pero a veces quería golpearlo porque era un necio...Un necio que no sabía apreciar lo que El Señor le había concedido: Una familia, amigos, gente que le quería, y Girolamo, que jamás había tenido nada de eso, se sentía decepcionado y furioso con el arista.

Se había criado solo en el monasterio,entrenando para la guerra, aprendiendo a sobrevivir y sin tener a nadie a su lado hasta que Alessandro había ido a buscarlo, concediéndole el regalo de un apellido, que aunque no fuera el que realmente le correspondía, no estaba tan mal.


¿Hubiera sido distinto de llevar su verdadero nombre?
¿Girolamo de la Rovere le habría traído otro sino distinto?

Sonrió con amargura, apartando a unos niños que pretendían robarle la daga y les dio unas monedas y les revolvió el pelo llamándolos pequeños demonios y se los quedo mirando cuando los niños entre risas salieron corriendo. Niños perdidos, solos, como el mismo había sido durante tantos años, pero con la llegada de su padre, no le fue concedido el apellido que por nacimiento le correspondía... Le fue concedido otro  yo : Girolamo Riario, Capitán General de la Iglesia, Conde de Forli y Señor de Imola....

Luego habían venido las palizas, los menosprecios, los abusos de un psicópata que lo único que quería de él era un asesino para su causa.... Alguien que fuera limpiando los desastres que el impostor papal iba dejando a su paso.

Todavía podía oír el crujido del cuello de Amelia al romperse en manos de su padre y a su prima chillando...Podía recordar todo lo malo que había hecho y se froto la cara con nerviosismo....

De repente la necesidad de emborracharse invadió todo su ser... Necesitaba beber y olvidar... Olvidar todos los oscuros pecados que había cometido a instancias de Sixto y unas copas en el Perro Ladrador le vendrían de maravilla, y quizás, con algo de suerte, podía conseguir una habitación, para pasar la noche.

Le dolía en el alma haber dejado así a Leonardo, pero el artista debía entender que lo que le había hecho a su familia estaba mal.
Eran sangre de su sangre y debía cuidarlos y protegerlos, no despreciarlos y volcar su ira en ellos, aunque el perro Zoroastro lo mereciera.

Al llegar a la posada, hablo con la mujer de detrás de la barra y tras darle unas monedas, consiguió una habitación, pero primero bebería.

Al diablo con todo. Por primera vez en su vida, era libre de hacer lo que le viniera en gana, y sentándose a una mesa, se llenó la copa con el vino que una de las mujeres le trajo y se la bebió de golpe.


-¿Quieres compañía, guapo? Por unos florines, puedo hacer desaparecer esa cara tan seria.


Dijo la mesera coqueteando con él y sentándose a su lado. Era una mujer bella, con unos pechos turgentes que casi se desbordaban por encima del corsé, pero Girolamo negó cuando las manos de la mujer recorrieron su muslo, subiendo hacia arriba.


-Prefiero estar solo...No tengo un buen día.


La mujer se inclinó y con sensualidad lamio el mentón de Girolamo, a la vez que su mano seguía subiendo hacia su entrepierna, y el conde negó de nuevo, apartándola de su lado.


-Entonces tú te lo pierdes, cosa guapa...


Susurro ella guiñándole un ojo. Girolamo no lo vio venir, pero en un abrir y cerrar de ojos, la  prostituta se vio empujada hacia un lado y un Leonardo furioso, la miro con los ojos enrojecidos.


-Fuera Drusilla... El no está disponible.


La mujer hizo un mohín y colocándose los pechos para que se le vieran bien miro a Leonardo.


-Yo también me alegro de verte, Da Vinci... Tan simpático como te recuerdo.


-Te he dicho que te largues... El no está disponible y yo tampoco. Lárgate a ponérsela dura a otro.


Gruño Leonardo con una voz siseante y ronca.

Dando media vuelta, Drusilla se fue por donde había venido y Leonardo agarro la jarra de vino con una mano y a Girolamo con la otra.

Sin decir ni una palabra, tiro de su amante para levantarlo de la mesa y Girolamo se revolvió, mirándolo sorprendido.


-Leonardo. Creo haberte dejado claro que lo que quiero es que te tranquilices.


-Y yo lo que quiero es que te levantes de esa puta mesa y subas a la habitación conmigo.


-¿Y cómo sabes que tengo una habitación aquí?


Pregunto el conde mirándolo inquisitivamente.


-Por qué te he seguido.


Gruño de mal humor Leonardo.


Riario suspiro y levantándose de la mesa, se acercó a Da Vinci.


-Aunque estés cansado y furioso, piccolo mío, no te voy a consentir que me hables en ese tono. Estoy contigo por decisión propia, porque te quiero, pero creo que ya me han dado suficientes órdenes, siempre diciéndome lo que debo o no debo hacer y no te voy a permitir que tú también lo hagas.


Leonardo bajo la vista avergonzado y se acercó un poco a su amante, titubeando.


-Lo siento…. ¿Aún sigue en pie tu oferta, señor de Imola?


Leonardo levanto sus preciosos ojos verdes hacia los de Girolamo y el conde pudo ver su sufrimiento, casi como si fuera un pequeño cachorro perdido y Leonardo continuó hablando.


- Si es así, he venido a aceptarla. He sido un necio, Girolamo... He hablado y he actuado sin pensar, como muchas de las cosas que hago.


Las lágrimas anegaron los ojos del artista y tragando el nudo que se había formado en su garganta, continúo mirando a Girolamo, sin atreverse a tocarlo.


- Sofía es lo único que me queda, y aunque quiero castrar a Zoroastro, sé que mi hermana es feliz con él, y no quiero perderles.


Riario se acercó también un poco más a Leonardo y lo miro, inclinando la cabeza hacia un lado.


- ¿Lo único que te queda, artista? ¿Y qué hay de mí?


Pregunto Girolamo inseguro. Quizás no había sido buena idea abandonarlo en medio de mercado....

Leonardo estiro el brazo y acaricio con ternura la cara de Girolamo, acunando su mejilla y sintiendo como la suave barba del conde rozaba su palma.

Girolamo cerró los ojos, perdiéndose en esa caricia y ladeo la cabeza al sentir como los largos dedos de Leonardo se desplazaban hacia su nuca y se hundían en su pelo, atrayéndolo hacia él.
El conde abrió los ojos y pudo ver como el artista se inclinaba hacia su boca lamiéndose los labios.


- Si, Girolamo...Lo único que me queda, porque ya no soy dueño ni de mí mismo...  Mi dueño eres tú, vita mía.


Susurro Leonardo antes de besar con ternura sus labios.

Las manos de Girolamo se posaron en los costados de Leonardo, y lo atrajo hacia él, profundizando más el beso.

Se sentía extraño besando a su artista delante de la gente, pero poco le importaba si los veían o no. Ya se había escondido durante demasiado tiempo.

Separándose un poco, alzo su mano y con el pulgar acaricio los labios de Leonardo, mirándolos fijamente.


-Yo había venido a emborracharme....


Susurro Girolamo con una sonrisa. Leonardo se pegó mas a el y deslizando su mano por su espalda, bajo hasta cerrarla en torno a la dura y redondeada nalga del conde.


-Eso tiene fácil solución... Se me ocurren un par de ideas... Pidamos una habitación y sube conmigo, Girolamo.


El romano sonrió, mordiéndose el labio.


-Te he dicho que ya tengo una...He pensado que necesitaríamos un sitio donde dormir mientras a tu hermana se le pasa el enfado.


Leonardo se inclinó, acariciando su garganta con su nariz y con sensualidad, lamio la vena que palpitaba en el cuello de su amante.


-Entonces pidamos vino y uvas. Ya viene siendo hora del que el gran señor de Imola, Girolamo Riario descubra los placeres carnales que conllevan esos dos artículos combinados.

Riario se echó a reír, mirando a Leonardo, que hablaba con un gesto teatral y negó con la cabeza, divertido.



-¿Te he dicho ya lo loco que estas, Leonardo?


-Tranquilo mi señor, el gran Maestro Leonardo di Sir Piero Da Vinci, como genio que es, le dará una amplia enseñanza en estos perversos y excitantes temas, tan nuevos para usted, mi Lord.


Dijo Leonardo haciendo una fingida reverencia y Girolamo no pudo más que echarse a reír ante las bromas de su artista.



CONTINUA EN EL CAPITULO XXX

1 comentario:

  1. Bueno...He tenido problemas tecnicos con la edicion de este capitulo El post ya esta corregido y editado, pero la letra sigue saliendo enana y creo que es problema de blogger en general.
    Lo siento.
    Lo solucionare en cuanto me sea posible :)

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