Leonardo despertó con la
luz del sol dándole en la cara y sin abrir los ojos, busco con sus manos a
Girolamo, pero solo encontró las sabanas frías y vacías.
Un rápido vistazo, le
basto para saber que Riario no estaba allí con él, y salto de la cama, poniéndose
los pantalones y las botas a toda prisa, y sin molestarse en terminar de
vestirse, cogió su camisa, y dejó la habitación, pensando que quizás su amante había
ido a por algo de comer abajo, pero al hablar con Rosalía, la dueña de la
taberna, le dijo no haberlo visto desde la noche anterior, cuando subieron los
dos juntos.
El terror más absoluto empezó
a apoderarse de él y apretando los puños, soltó una maldición.
-¿Y no ha venido la
guardia nocturna a buscarnos, no?
Pregunto el artista cada vez más nervioso. La tabernera lo miro, negando con la cabeza mientras pasaba un trapo mugroso por encima de la barra.
-Estuvieron aquí por la
noche, pero no buscándoos a vosotros.
Leonardo se meso el pelo,
levantándolo en picos desordenados y miro a los escasos comensales, que comían
sus desayunos en algunas de las desvencijadas mesas.
-¿Y no puede haberse ido
con Drusilla? Ella estuvo incordiándolo cuando llegamos.
-No, Leonardo. Ella se
fue anoche.
-¡¡¡Mierda!!! ¡¡¡
Joder!!!
¿Había vuelto a marcharse
el conde? Sin pensarlo mucho, salió de la taberna y entorno los ojos al sentir
la claridad dándole en la cara.
¿Y si Lorenzo se había
enterado de que estaban en la ciudad y había decidido apresarlo?
Eso no tenía mucha lógica,
ya que él se hubiera despertado con el revuelo.
Si Girolamo no quería ser
apresado, no lo seria y pobre de aquel que lo intentara.
Un escalofrió lo recorrió
al recordar a Dragoneti crucificado boca abajo, con la garganta seccionada.
¿Y si el Monstruo había
vuelto y había decidido ir a por....?
El corazón de Leonardo empezó
a latir como si de un caballo desbocado se tratara.
El Monstruo siempre iba a
por aquellos a los que creía culpables, y Sofía era la culpable de que
Zoroastro y Leonardo hubieran discutido la tarde anterior.
-¡¡Oh, joder!! Por
favor... por favor, que mi hermana este bien...
Da Vinci echo a correr
por las escasas calles que separaban su estudio del Perro Ladrador y se maldijo
por no haber cogido su espada.
En un combate cuerpo a
cuerpo sabía que no era rival para el alter ego de Riario, pero le dio igual.
A lo lejos vio a
Zoroastro comprando tranquilamente y casi presa de un ataque de nervios, se le
echo encima.
-¿Qué coño haces, Leo? ¿No
tuviste bastante ayer que hoy también tienes que darme por culo?
Protesto su amigo cruzándose de brazos.
Protesto su amigo cruzándose de brazos.
Leonardo lo cogió de los
hombros, intentando controlarse.
-Girolamo no está. Sofía...
No hicieron falta más
palabras y los dos hombres echaron a correr muertos de miedo.
Si el monstruo había
vuelto, lo más seguro es que al llegar al estudio de Leonardo se encontraran
con una carnicería.
Sin llamar, Zo y Leo
entraron en la antigua casa del Verrochio gritando el nombre de la chica y
ambos frenaron en seco al ver a Sofía inclinada sobre Riario, que mantenía su
camisa arremangada mientras la chica untaba una crema con un extraño olor en
unos moratones que el conde tenía en su cuerpo.
-Hola. Me alegra ver que habéis
hecho las paces. Justo ahora íbamos a ir a buscaros.
Saludo Sofía mirándolos
con una sonrisa.
Leonardo y su amigo
miraron a la pareja sin comprender y Riaro se levantó, metiéndose la camisa
dentro del pantalón.
-Vine a ofrecerle a tu
querida hermana una tregua, y ella se ha empeñado en curarme, al ver los
mordiscos y los chupetones que me dejaste anoche, caro.
Sonrió el romano con
sinceridad.
Leo suspiro aliviado y
dando dos grandes pasos abrazo a su hermana contra su pecho y le lleno el pelo
de besos.
-Ay, suelta, Leonardo. ¿Se
puede saber qué te pasa?
-Creíamos que Riario había
venido a matarte y nos alegra mucho encontrarte entera.
Dijo Zoroastro cogiendo
un trozo de queso.
Girolamo giro los ojos en
blanco, mirando al mestizo y negó con la cabeza.
-Y así es como una mala reputación
hace que la gente pierda los nervios...
Dijo con tranquilidad quitándole
a Zo el trozo de queso y pegándole un mordisco, mientras miraba a los dos
hermanos abrazados.
-¿Qué tal si preparo algo
para desayunar? El día es largo, y mi hijo y yo nos estamos muriendo de
hambre...
Protesto Sofía desde los brazos de su hermano
Protesto Sofía desde los brazos de su hermano
Tras aclararlo todo, los
cuatro se sentaron a la mesa mientras comían.
-¿Y por qué tengo que ir
yo? Joder, Leo, que acabas de llegar y ya me esas dando órdenes...Podrías dejar
de joderme durante un rato...
Protesto Zoroastro leyendo la nota encriptada que Leonardo le había dado mientras esperaban la llegada del desayuno sentados a la mesa.
Sofía se levantó a por una gran bandeja con frutas frescas y Riario al verla tan cargada se levantó también para a ayudarla, mientras los dos amigos seguían discutiendo sobre los materiales que necesitaba Leonardo.
-Porque yo no puedo ir tan cerca del palacio de Lorenzo. Por eso tienes que ir tú y hacerle llegar mi encargo a Nico.
Protesto Leonardo mientras cogía un trozo de pan y un trozo de dulce de membrillo con miel.
Zo volvió los ojos en blanco y se guardó la nota en el bolsillo, sonriendo cuando su esposa se sentó a su lado.
El conde dejo la bandeja llena de frutas sobre la mesa y se sentó al lado de su amante. Leonardo le tendió la comida que acababa de coger y Girolamo la acepto de buen grado, sirviendo a su vez vino para todos.
Protesto Zoroastro leyendo la nota encriptada que Leonardo le había dado mientras esperaban la llegada del desayuno sentados a la mesa.
Sofía se levantó a por una gran bandeja con frutas frescas y Riario al verla tan cargada se levantó también para a ayudarla, mientras los dos amigos seguían discutiendo sobre los materiales que necesitaba Leonardo.
-Porque yo no puedo ir tan cerca del palacio de Lorenzo. Por eso tienes que ir tú y hacerle llegar mi encargo a Nico.
Protesto Leonardo mientras cogía un trozo de pan y un trozo de dulce de membrillo con miel.
Zo volvió los ojos en blanco y se guardó la nota en el bolsillo, sonriendo cuando su esposa se sentó a su lado.
El conde dejo la bandeja llena de frutas sobre la mesa y se sentó al lado de su amante. Leonardo le tendió la comida que acababa de coger y Girolamo la acepto de buen grado, sirviendo a su vez vino para todos.
- Pero a ver... ¿para qué
coño necesitas tres cristales de lupa y un prisma? ¿Nitrato de plata? ¿Y
mercurio? Tú te has vuelto loco. Por si
no te has dado cuenta el mercurio por aquí no abunda. Son pocos los boticarios
y los físicos que lo usan para tratar la sífilis. ¿No tendrás sífilis, no, Leo?
... ¡Oh! ¡Joder! ¿Sangre? ¿Humana? Tú estás chalado.... ¿De dónde quieres que
saqué sangre humana fresca?
Zo releía una y otra vez
la nota de Leo y a cada línea sus ojos se agrandaban más y más.
- Una corona de
espinas... ¿Enserio Leo? ¿Pero qué coño pretendes hacer con todo esto?
Sofía cogió la nota y
tras echarle un breve vistazo lo tuvo claro.
- Pues algo relacionado
con Cristo y una cámara oscura.... Está clarísimo, pero una sugerencia
hermano.... Yo que tu cambiaría la luz solar por una luz artificial que tuviera
la misma intensidad que el sol.... ¿Has
considerado usar una luz de bengala en alto contenido en magnesio?
Leonardo y Girolamo la
miraron con una sonrisa y Zo se gritó la cara, sintiéndose un poco idiota.
-Y aquí es cuando a pesar
de toda mi experiencia en la vida, me siento como un tonto...Rodeado de
cerebritos...
Protesto Zo mirando a Sofía con una sonrisa.
Protesto Zo mirando a Sofía con una sonrisa.
Los dedos de Leonardo se movían,
mientras contaba y calculaba y sus ojos se alzaron hacia Riario.
-¿Tu qué opinas,
Girolamo? ¿Puede una luz artificial ser tan potente como la que necesitamos?
Girolamo hizo cálculos
mentales y asintió mirando a su amante y a Sofía.
-Si conseguimos hacer una
bengala lo suficientemente potente, pienso que quizás de resultado, pero espera
un momento, que quiero consultarlo.
Girolamo se levantó una
vez más de la mesa y revolvió dentro de su bolsa. Saco el libro de las hojas y
lo puso encima de la mesa, dejándolos a todos boquiabiertos.
-¡¡Joder!!
Dijo Zoroastro casi cayéndose
de la silla debido a la impresión.
-¿Es el auténtico?
Sofía estiro la mano, y la aparto rápidamente, como si tuviera casi miedo de quemarse y Leonardo sonrió mirándola.
Sofía estiro la mano, y la aparto rápidamente, como si tuviera casi miedo de quemarse y Leonardo sonrió mirándola.
-Es el auténtico. Carlo
se lo quito a madre, y Girolamo lo recuperó en el Laberinto.
Apartando la fuente de
frutas, Girolamo abrió el libro sobre la mesa, y tanto el cómo los dos
hermanos, contuvieron el aliento al materializarse frente a ellos, las técnicas
distintas que debían usar.
- Pues yo no veo nada...
Gruño Zoroastro desde su
silla.
- Señores… Vamos a hacer
una sábana santa.
Dijo Leonardo emocionado,
mirándolos a todos.
CONTINUA EN EL CAPITULO 32
http://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/4.0/
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