ADVERTENCIA: ESTE POST CONTIENE ESCENAS DE SEXO EXPLICITO, LENGUAJE ADULTO + 18.
CAPITULO XXXII
Después de ir a por todo
lo necesario para empezar trabajar,
Leonardo y Girolamo decidieron ir a dar una vuelta para despejarse y para poder
dejar solos un rato a Sofía y a Zo, que habían tenido una gran discusión.
Estaba sentados a la
orilla de un pequeño arrollo en las afueras de la ciudad, y mientras Girolamo
descansaba tumbado sobre la hierba, disfrutando del sol con los ojos cerrados,
Leonardo estaba a su lado, sentado contra un árbol y dibujaba en su cuaderno
esbozos del rostro de su amante.
Cambiaba el lápiz de una
mano a otra y solo levantaba la vista para capturar como la luz iba proyectando
sombras sobre el hermoso rostro de Girolamo a medida que el sol se movía.
Ninguno de los dos decía
nada, pero era evidente que se sentían a gusto disfrutando de la libertad que
le habían rodado a Battista.
Riario se desperezó y abrió
un ojo, mirando como Leonardo seguía absorto dibujando en su cuaderno.
Le encantaba verlo pintar
y supo que podría pasarse horas así, simplemente mirando como su artista plasmaba
sus rasgos una y otra vez y con un suspiro se incorporó sobre sus codos.
- Deja eso y ven aquí
conmigo... Hace un día estupendo para que te lo pases ahí debajo, con el lápiz
en la mano.
Murmuro arrancando una
brizna de hierba y llevándosela a los labios.
Da Vinci levanto la vista
de su cuaderno y miro al conde con una sonrisa en los labios.
- Hace demasiado calor, y
al sol me cuezo lentamente. Además, creo que yo tengo suficientes pecas.
Riario se levantó del suelo y se plantó frente a Leonardo, quitándole el lápiz y el cuaderno y poniéndolos a un lado.
Riario se levantó del suelo y se plantó frente a Leonardo, quitándole el lápiz y el cuaderno y poniéndolos a un lado.
Lo miro intensamente y cogiéndolo
de las manos tiro de el para levantarlo del suelo y una vez de pie, deslizó una
de sus manos hacia la nuca de Leonardo, y lo acerco a él.
-¿Entonces prefieres dibujar
que venir al agua conmigo?
Susurro en su oído, provocándole
mil escalofríos. Leonardo cerró los ojos y sus manos se posaron en las caderas
del conde, atrayéndolo más hacia él.
- ¿Al agua? ¿Estás seguro
de que quieres bañarte?
Pregunto Leonardo abriendo
sus ojos y mirándolo con un destello divertido en sus ojos verdes. Riario sonrió
y asintió con la cabeza.
-Hace un día estupendo, y
el agua está fresca y no hay nadie. Hace demasiado calor para que la gente esté
en la calle. Además, es domingo y seguro que están en la iglesia.
Leonardo se echó a reír y
alzo una de sus manos, para acariciar con su pulgar el labio inferior de su
amante.
-Oh... Domingo... ¿Y no
ha ido a misa, señor conde? Me parece que se está convirtiendo usted en un
hereje. Ese artista con el que va, es una mala influencia para usted, mi
querido señor. Esta desatendiendo sus obligaciones.
Una sonrisa perversa
asomo en los labios de Girolamo y capturo el pulgar de Da Vinci con sus dientes
y lo lamio con su lengua, arrancando un gemido de la garganta del maestro.
- Me he pasado casi 33
años de mi vida yendo a la iglesia todos los días y no creo que me caiga un
rayo divino si prefiero bañarme contigo que oír las falacias de un estúpido
cardenal que no cree más que en el oro que le da Battista.
Susurro inclinándose para
besarlo y tras humedecer con sus labios los del su artista, se separó de él, quitándose
la camisa y dejándola caer al suelo.
Leonardo contuvo el
aliento al ver como el sol arrancaba destellos de los aros que perforaban las
tetillas de su amante y trago saliva, deseando poder lamer el sudor que bañaba su
cuerpo.
- Girolamo... Pueden
vernos y no quiero que Lorenzo termine ahorcándonos por sodomía pública.
Riario dejó escapar una
carcajada y se alejó dos pasos, desabrochando el cinturón y dejando su espada
en el suelo.
- Nadie va a vernos,
caro... ¿No sientes deseos de arrodillarte y saborear mi polla mientras nos
damos un baño?
Susurro el conde
apretando en su mano el bulto que palpitaba bajo sus pantalones.
Leonardo se lamio los
labios, y se acercó a él, pero Riario negó con la cabeza, y se alejó un poco más,
a la vez que desabrochaba sus pantalones.
-Si me quieres, tendrás
que venir a por mí, artista...
Dijo mirándolo fijamente,
a la vez que se quitaba las botas y el pantalón y se los lanzaba a Leonardo,
que lo miraba conteniendo la respiración.
- Definitivamente soy una
mala influencia para ti. El Riario que conocí hace ya tanto tiempo se hubiera
escandalizado con tu conducta.
Murmuro Leonardo
intentando controlarse. No pudo evitar fijarse en que los mordiscos y los
chupetones que había dejado la noche anterior en el cuerpo de su amante, se
estaba desvaneciendo gracias al ungüento que le había puesto Sofía y no pudo
evitar sentirse celoso al pensar en las manos de su hermana sobre el cuerpo de
su amante.
Riario se dio la vuelta y
sin pensarlo mucho, entro en el agua, y a Leonardo se le hizo la boca agua, al
ver la perfección de su cuerpo.
- Girolamo, por Dios....
Tienes un culo que parece un melocotón...
Digo Leonardo empezando a
desvestirse a toda prisa, y esas palabras arrancaron una carcajada de la
garganta del conde.
- ¿Un melocotón? Tu obsesión
por la fruta está llegando un poco lejos, pero veo que al fin he logrado mi propósito
de que vengas a bañarte conmigo.
Dijo Riario entre risas
mientras flotaba de espaldas en el agua.
Da Vinci no se lo pensó
dos veces y lo siguió al agua, empezando a gritar y a maldecir cuando se metió
dentro.
-¡¡¡JODER!!! ¡¡¡Ostias,
que fría...que friaaaa!!! ¡¡¡Se me han congelado las pelotas!!!
Leonardo no paraba de
protestar cuando entro en el arroyo y el agua mojo sus partes bajas y el conde volvió
a reírse.
- Deja ya de quejarte y
ven aquí...Te he dicho que si me quieres tendrás que cogerme.
Grito Riario alejándose a
nado. Leonardo no hacía más que resoplar sin atreverse a entrar del todo en el
lago, pero ver a su amante alejarse a grandes brazadas, lo puso en movimiento y
sin pensarlo más, se sumergió por completo y empezó a nadar a toda prisa hasta
alcanzar a Girolamo, que lo esperaba apoyado en unas rocas, con una sonrisa que
le iluminaba el rostro.
Da Vinci llego a él, y
sin mediar palabra, el conde lo rodeo con sus brazos y su boca abierta se posó
en la de su artista, que jadeaba contra su aliento. La lengua de Girolamo
acaricio con sensualidad la de Leonardo y con destreza, el artista bajó sus manos
por los costados del romano hasta que se posaron en sus nalgas duras y clavo allí
sus dedos, amasándolas con evidente deleite.
-Hacemos pie....
Susurro Girolamo contra
sus labios y ambos se levantaron, sin dejar de besarse.
Leonardo se las ingenió
para dejar al conde de espaldas a él y se mordió el labio cuando sus ojos recorrieron
el cuerpo mojado y desnudo y se volvió a fijar en las duras nalgas, que se contraían
cada vez que Girolamo respiraba.
-Joder... Girolamo, que
culo tienes... Realmente parece un melocotón...redondo y duro...
Murmuró Leo acariciando
con una mano el descenso de la columna vertebral de su amante y con la otra su
culo perfecto y sin pensarlo mucho se arrodillo en el agua y mordió una de sus
nalgas, pasando luego la lengua por las marcas de sus dientes.
Girolamo ahogo un grito y
sus manos se abrieron contra la roca, hundiéndose en el musgo que allí crecía y
cuando Leonardo decidió prodigar caricias húmedas con su lengua en su entrada,
su respiración se volvió rápida y pesada.
Una de las manos del
artista se deslizo hacia adelante, rodeando la erección del conde y empezó a
bombear arriba y abajo, haciéndolo gemir.
-Leonardo... Oh, joder...
Leo agrego dos dedos a
las caricias de su lengua en la entrada del romano y Girolamo echo la cabeza
hacia atrás, perdiéndose en el placer que le proporcionaban las húmedas
caricias del genio.
Sin mediar palabra, la
lengua de Leonardo lo abandono y poniéndose de pie tras él, dirigió su excitado miembro a la entrada de
su amante.
Ambos gimieron cuando el
maestro se abrió paso en el interior del conde y olvidaron por completo donde
estaban.
La pelvis de Leonardo
choco contra las duras nalgas de Riario, quien no podía hacer más que gemir y
jadear cada vez que Leonardo salía casi por completo de su cuerpo y volvía a
entrar con estocadas fuertes mientras sus dedos se clavaban en las caderas de
su amante, moviéndolo al mismo compas de sus embistes.
Hacía mucho tiempo que
Girolamo no lo recibía en su cuerpo y sentía una mezcla de placer y dolor, que
lo obligaba a morderse los labios para no ponerse a gritar.
Leonardo se inclinó hacia
adelante, besando y mordiendo primero su nuca y después los marcados trapecios
que llevaban a sus hombros y cuando sus labios se desplazaron hasta el oído del
romano, contuvo un jadeo antes de hablarle.
- Me encanta follarte,
Girolamo... Tienes el culo más perfecto que he visto en toda mi vida... Me encanta
hundir mi polla en él y hacer que grites...
Girolamo jadeaba,
intentando aguantar, y cuando noto como Leonardo empezaba a temblar, poniéndose
rígido a su espalda, acercándose a su orgasmo, deslizó su mano hasta su miembro
y apretó la base, intentando no correrse a la vez que sentía como su amante se
vaciaba dentro de él.
Leonardo se apoyó en su
espalda, respirando entrecortadamente y con un movimiento hábil, Riario le hizo
una llave y lo estrello contra la roca.
-No pienso correrme a no
ser que lo haga en tu interior, Leonardo.
Gimió Girolamo contra su oído
y sus labios bajaron por la nuca del maestro, besándolo y Da Vinci asintió, inclinándose
lo suficiente para que su enamorado pudiera penetrarlo.
-Hazlo, vita mía...
Hazlo...
Girolamo uso los restos
del placer que Leonardo había dejado en su cuerpo y lubricando su miembro, se
guio a si mismo hacia la entrada de Leonardo y agarrándolo con fuerza de las
caderas, se hundió por completo en su cuerpo, haciéndolo jadear por el roce del
piercing que decoraba su glande.
-Oh, Dios... Oh...
joder... ¡¡¡Si!!!
Riario empezó a embestir
con fuerza, echando la cabeza hacia atrás, a la vez que apretaba los dientes y
todos los tendones de su cuello se marcaron, debido al esfuerzo que hacía para
intentar no correrse en ese mismo instante.
-Más fuerte, Girolamo... Más
rápido...
Jadeaba Leo acompañándolo
en sus movimientos, sin darse cuenta de que estaba gritando.
-¡¡¡¿LEO??!!!
Maestro y capitán se
quedaron petrificados al oír la voz femenina que sonaba justo encima de sus
cabezas y ambos levantaron la vista, mirando con horror como Vanessa los
observaba allí de pie en la orilla, tapándose la boca, acompañada de Nico, Sofía,
Sandro y Zoroastro.
-Vaya, Leo... No
necesitaba saber que eres tu y no el al que le dan por el cu...
-¡¡Zo, por favor!!! ¡¡¡Que
es mi hermano!!!
Protesto Sofía apartando
la vista, pero los otros cuatro seguían mirando a los amantes que se habían
quedado petrificados.
Sandro levanto la mano y
saludo a los amantes alzando la mano.
- Hola Da Vinci, me
alegro de que hayas recuperado tu función eréctil... Señor Riario… Bonitos pendientes…
Con una risa, Riario escondió
su cara entre el pelo de Leonardo, sintiendo vergüenza, pero no podía evitar reírse.
Leonardo consiguió
moverse y con rapidez su amante abandono su cuerpo y el genio se cubrieron sus
partes bajas con las manos, mirándolos a los cuatro rojo de ira.
- ¡¡¡Joder!!!! ¿Queréis
daros la vuelta? ¡¡¡¡Necesitamos un poco de intimidad para poder vestirnos!!!!
Nico que se estaba mirando
los pies hablo con un hilo de voz.
-Maestro...si quieres
puedo traer vuestras ropas....
Riario se encogió de
hombros y se miró el cuerpo.
-A mí no me importa...
Total, acabáis de cortarnos el rollo y no tengo nada que no hayáis visto ya.
-¡¡¡ Fuera!!! ¡¡Joder!!
Grito Leonardo cubriéndose sus partes y andando hacia el árbol donde habían dejado sus ropas.
Grito Leonardo cubriéndose sus partes y andando hacia el árbol donde habían dejado sus ropas.
-Estas delgado como un
palo, Leo, pero sigues teniendo un cuerpo espectacular....
-¡¡¡ Vanessa!!! Pero
bueno, que estoy delante.
Protesto Nico y Riario siguió
riéndose, pensando que era la situación más surrealista en la que jamás se había
encontrado.
http://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/4.0/
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