domingo, 19 de junio de 2016

CAPITULO XXXVII


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CAPITULO XXXVII

Luca vio como Leonardo y el conde se alejaban hacia la otra parte del taller abrazados y con un suspiro se soltó las cintas del corsé y los cabellos, para estar más cómoda.
Luego con delicadeza se sentó en la cama, al lado de Sandro y retiro con cuidado la manta que lo cubría para evaluar sus heridas.

Girolamo y Leonardo habían hecho un buen trabajo limpiando y curando las lesiones del artista pero un simple vistazo le basto para saber que ninguno de los dos se había atrevido a curar su entrada y su sexo y apretó los labios, pensando que no podía dejarlo así.
Con cuidado de no despertarlo, se levantó de nuevo y tras llenar un caldero pequeño con agua fría, cogió un trapo y volvió a su lado, apartándole los cabellos para observar su rostro.
De no ser por los golpes y cortes, el rostro de Sandro era un rostro hermoso, con unos rasgos delicados pero bien delineados y Luca se inclinó sobre él, posando sus labios con delicadeza sobre la frente perlada de sudor.


Sandro gimió en sueños y ella suspiro, acariciando sus hermosos rizos para calmarlo.

-Shhhhhh... Ahora voy a curarte, Va a doler. Lo sé por experiencia, pero si no lo hago, sangraras y eso no sería bueno.

Susurro la mujer sacando una pequeña caja de latón de dentro de su corpiño. Dentro había un ungüento que ella misma había preparado para curar las lesiones que a veces algunos de sus clientes le infringían, y tras lavar con mucho cuidado la entrada de Botticelli, unto sus dedos en la crema y la aplico lentamente, primero por fuera y luego por el interior, haciendo que el pintor soltara un jadeo.

-Lo sé...Lo sé...Tranquilo frumoasa mea...El dolor y el escozor pasaran en unos minutos.

Botticelli abrió los ojos y el aire se atascó en su garganta al ver el bello rostro que se cernía sobre el suyo. Un rostro pálido como la luz de la luna rodeada de una preciosa melena de preciosos y rebeldes rizos de color azabache.

Sin titubear, Luca siguió esparciendo el ungüento y el dedo delicado que masajeaba su dolorida entrada hizo que Sandro gimiera, mordiéndose el labio, y apretó las sabanas de su cama entre sus manos, cuando ella siguió esparciendo el ungüento lenta y cuidadosamente.

Las manos de ella eran suaves y aunque sentía dolor, envuelto por la bruma del opio, soltó la sabana y la acerco a la cara de la muchacha, posándola en su mejilla, acariciándola suavemente y enrosco con delicadeza uno de esos rizos rebeldes entre sus dedos y tras humedecerse los labios, le hablo, con la voz todavía enronquecida por sus cuerdas vocales dañadas.

-¿Eres un ángel?

Pregunto Botticelli deslizando de dedo índice por la curva de la mandíbula de la chica y ella negó, sonriendo.

-No soy un ángel...

Sandro cerró los ojos mordiéndose el labio cuando ella toco un punto sensible dentro de su cuerpo y Luca lo miro con curiosidad al oír el jadeo ahogado que salía de la garganta del artista.

-¿Te estoy haciendo daño?

Pregunto preocupada quitando su dedo del interior del cuerpo de Sandro y el negó, tirando de la manta para cubrirse.

- El dolor... El dolor no es nada.... Pero si debes de ser un ángel...Un ángel caído que ha venido para tentarme.... O un súcubo....

El rostro de la muchacha se ilumino con una sonrisa y Sandro sintió como la boca de su estómago se encogía, con una extraña sensación que no sentía desde hacía más de tres años.


-Estas desvariando, Botticelli.... Déjame que te baje esa fiebre, bello.

Luca se rio y toco la frente de Sandro, comprobando que estaba ardiendo y se levantó a cambiar el agua del pequeño caldero por una limpia, y volviendo de nuevo a su lado, mojo los trapos en el agua y se los puso a modo de compresas en la frente para intentar bajar su temperatura.

Tiro de la manta a la que él se aferraba con fuerza y después de un pequeño forcejeo consiguió quitársela de las manos y ahogo una exclamación al comprobar que el pintor tenía una considerable erección.

-No pasa nada.... No tienes de que avergonzarte. Es una reacción normal. Todo tu cuerpo arde por la fiebre... Relájate y déjame que te cure...

Sandro abrió los ojos como platos al ver como ella cogía un poco más del ungüento de la caja y se lo esparcía en las manos y lo rodeaba con una de ellas, masajeándolo suavemente.

Luca extendió un poco de ungüento por la erección inflamada del pintor y el arqueo las caderas a modo de respuesta, Mordiéndose los labios heridos.

-Hécate...Eres Hécate... Bella criatura de la noche...

Gimo Sandro cuando ella empezó a extender el ungüento lentamente.

-Deja de decir tonterías, solo te esto curando... Da Vinci te ha dado leche de amapola y estas desvariando.

Susurro ella con una sonrisa pero no podía dejar de notar como la erección crecía en su mano y el corazón empezó a latirle deprisa.

-Bésame, Por favor... bella Hécate... No me importa ir al tártaro si eres tu quien me lleve en una ola de placer abrazado entre tus alas negras.

- Sandro, por favor... Solo estoy intentando cu...

Replico Luca pero para su sorpresa, Botticelli logro incorporarse y una de sus manos aferro el corsé de Luca, arrastrándola contra él, y sin mediar palabra la beso, jadeando contra su aliento.

Sandro se abrió paso en los labios de Luca y ella gimió al notar como la lengua húmeda del artista acariciaba la suya.

Sandro gimió, y su boca se abrió para respirar el aliento cálido de esa preciosa muchacha y cuando la húmeda lengua de ella toco la suya, un nudo se formó en su garganta y sus dedos se hundieron en la espesa mata de pelo negro que rodeaba el bello rostro de la chica y la beso con pasión, gimiendo contra su aliento.


Con la mano que aferraba el corsé, tiro de las cintas para abrirlo del todo y así  poder tener acceso a sus pechos y cuando sus dedos rozaron uno de los pezones de la mujer, Luca se arqueo contra él, sin dejar de acariciarlo con su mano, y gracias al ungüento, las caricias delicadas se habían vuelto más rápidas y ella apretó sus dedos en torno a él, sintiendo como su miembro palpitaba en su mano.

Sandro la besaba desesperado, a la vez que molía sus caderas contra la mano que lo acunaba y en pocos minutos un jadeo ronco salió de su garganta, cuando sintió como sus testículos se tensaban y su erección vertía el resultado de su placer en esos dedos maravillosos.

Botticelli sintió como si la misma muerte se lo estuviera llevando y sonrió contra los labios de la muchacha, balbuceando palabras incoherentes.

Luca acaricio sus rizos y sonrió también al entender que él le estaba dando las gracias.

- Esti binevenit, frumoasa mea.

Susurro ella en su idioma materno ayudándolo a recostarse de nuevo.

-Eres hermosa bella Hécate...

Sandro cerró los ojos y cayo de nuevo en la inconsciencia, y ella acaricio sus preciosos rizos rubios, sintiendo un nudo extraño en el pecho.

- Nunca creí que pudiera correrse entre los brazos de otra mujer que no fuera esa arpía de Simonetta Vespucci....

Luca se sobresaltó al oír la voz de Leonardo y por instinto se cubrió el pecho desnudo con las manos y sintió como el rubor teñía sus mejillas.

-Yo...

-No...No me digas nada.... No quiero saberlo, pero no te hagas ilusiones, mujer... Cuando despierte pensará que ha sido un sueño, y si alguna vez se entera de que no ha sido así, créeme que lo que ha hecho hoy no será nada en comparación con lo que hará la próxima vez. Desde la muerte de Simonetta el juro no volver a tocar a ninguna mujer. Solo se fijaría en ti si fueras un muchacho...

Leonardo sonrió, mirándola con algo parecido a la pena y negó con la cabeza.

-Es un alma atormentada... Y no quiere dejar de serlo, porque no quiere traicionar el recuerdo de Netta. Lo mejor será que te marches antes de que recupere la consciencia... Por tu bien y por el suyo.

Leonardo miro como los ojos de la chica se llenaban de lágrimas y bajo la vista al suelo. No era su intención herirla, pero ella debía saber la verdad.
Sus dedos empezaron a moverse en su tic característico, mientras miraba a Luca. Sin perder el tiempo cogió un trozo de papel y uno de los lápices de Botticelli y bosquejo un dibujo.


- Nunca se acercara a ti si te ve como una mujer... Pero si quieres, fetiță yo puedo ayudarte a que te quedes con el... ¿te apetece convertirte en chico?

Dijo Leonardo con una sonrisa de oreja a oreja mostrándole el dibujo que acababa de hacer.

CONTINUA EN EL CAPITULO 38

1 comentario:

  1. Si apesar de estar drogado, tenía tan impresionante erección no me imagino estando lúcido!! Más más más!

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