ATENCION: ESTE POST CONTIENE ESCENAS DE CARACTER SEXUAL +18. CLASIFICACION POR DESCARGO R
CAPITULO XXXVII
Luca vio como Leonardo y
el conde se alejaban hacia la otra parte del taller abrazados y con un suspiro
se soltó las cintas del corsé y los cabellos, para estar más cómoda.
Luego con delicadeza se sentó
en la cama, al lado de Sandro y retiro con cuidado la manta que lo cubría para
evaluar sus heridas.
Girolamo y Leonardo habían
hecho un buen trabajo limpiando y curando las lesiones del artista pero un
simple vistazo le basto para saber que ninguno de los dos se había atrevido a curar
su entrada y su sexo y apretó los labios, pensando que no podía dejarlo así.
Con cuidado de no
despertarlo, se levantó de nuevo y tras llenar un caldero pequeño con agua fría,
cogió un trapo y volvió a su lado, apartándole los cabellos para observar su
rostro.
De no ser por los golpes
y cortes, el rostro de Sandro era un rostro hermoso, con unos rasgos delicados
pero bien delineados y Luca se inclinó sobre él, posando sus labios con
delicadeza sobre la frente perlada de sudor.
Sandro gimió en sueños y
ella suspiro, acariciando sus hermosos rizos para calmarlo.
-Shhhhhh... Ahora voy a
curarte, Va a doler. Lo sé por experiencia, pero si no lo hago, sangraras y eso
no sería bueno.
Susurro la mujer sacando
una pequeña caja de latón de dentro de su corpiño. Dentro había un ungüento que
ella misma había preparado para curar las lesiones que a veces algunos de sus
clientes le infringían, y tras lavar con mucho cuidado la entrada de
Botticelli, unto sus dedos en la crema y la aplico lentamente, primero por fuera
y luego por el interior, haciendo que el pintor soltara un jadeo.
-Lo sé...Lo sé...Tranquilo
frumoasa mea...El dolor y el escozor pasaran en unos minutos.
Botticelli abrió los ojos
y el aire se atascó en su garganta al ver el bello rostro que se cernía sobre
el suyo. Un rostro pálido como la luz de la luna rodeada de una preciosa melena
de preciosos y rebeldes rizos de color azabache.
Sin titubear, Luca siguió
esparciendo el ungüento y el dedo delicado que masajeaba su dolorida entrada
hizo que Sandro gimiera, mordiéndose el labio, y apretó las sabanas de su cama
entre sus manos, cuando ella siguió esparciendo el ungüento lenta y
cuidadosamente.
Las manos de ella eran
suaves y aunque sentía dolor, envuelto por la bruma del opio, soltó la sabana y
la acerco a la cara de la muchacha, posándola en su mejilla, acariciándola
suavemente y enrosco con delicadeza uno de esos rizos rebeldes entre sus dedos
y tras humedecerse los labios, le hablo, con la voz todavía enronquecida por
sus cuerdas vocales dañadas.
-¿Eres un ángel?
Pregunto Botticelli
deslizando de dedo índice por la curva de la mandíbula de la chica y ella negó,
sonriendo.
-No soy un ángel...
Sandro cerró los ojos mordiéndose
el labio cuando ella toco un punto sensible dentro de su cuerpo y Luca lo miro
con curiosidad al oír el jadeo ahogado que salía de la garganta del artista.
-¿Te estoy haciendo daño?
Pregunto preocupada
quitando su dedo del interior del cuerpo de Sandro y el negó, tirando de la
manta para cubrirse.
- El dolor... El dolor no
es nada.... Pero si debes de ser un ángel...Un ángel caído que ha venido para
tentarme.... O un súcubo....
El rostro de la muchacha
se ilumino con una sonrisa y Sandro sintió como la boca de su estómago se encogía,
con una extraña sensación que no sentía desde hacía más de tres años.
-Estas desvariando,
Botticelli.... Déjame que te baje esa fiebre, bello.
Luca se rio y toco la
frente de Sandro, comprobando que estaba ardiendo y se levantó a cambiar el
agua del pequeño caldero por una limpia, y volviendo de nuevo a su lado, mojo
los trapos en el agua y se los puso a modo de compresas en la frente para
intentar bajar su temperatura.
Tiro de la manta a la que
él se aferraba con fuerza y después de un pequeño forcejeo consiguió quitársela
de las manos y ahogo una exclamación al comprobar que el pintor tenía una
considerable erección.
-No pasa nada.... No
tienes de que avergonzarte. Es una reacción normal. Todo tu cuerpo arde por la
fiebre... Relájate y déjame que te cure...
Sandro abrió los ojos
como platos al ver como ella cogía un poco más del ungüento de la caja y se lo esparcía
en las manos y lo rodeaba con una de ellas, masajeándolo suavemente.
Luca extendió un poco de
ungüento por la erección inflamada del pintor y el arqueo las caderas a modo de
respuesta, Mordiéndose los labios heridos.
-Hécate...Eres Hécate...
Bella criatura de la noche...
Gimo Sandro cuando ella empezó
a extender el ungüento lentamente.
-Deja de decir tonterías,
solo te esto curando... Da Vinci te ha dado leche de amapola y estas
desvariando.
Susurro ella con una
sonrisa pero no podía dejar de notar como la erección crecía en su mano y el corazón
empezó a latirle deprisa.
-Bésame, Por favor...
bella Hécate... No me importa ir al tártaro si eres tu quien me lleve en una
ola de placer abrazado entre tus alas negras.
- Sandro, por favor...
Solo estoy intentando cu...
Replico Luca pero para su
sorpresa, Botticelli logro incorporarse y una de sus manos aferro el corsé de
Luca, arrastrándola contra él, y sin mediar palabra la beso, jadeando contra su
aliento.
Sandro se abrió paso en
los labios de Luca y ella gimió al notar como la lengua húmeda del artista
acariciaba la suya.
Sandro gimió, y su boca
se abrió para respirar el aliento cálido de esa preciosa muchacha y cuando la húmeda
lengua de ella toco la suya, un nudo se formó en su garganta y sus dedos se
hundieron en la espesa mata de pelo negro que rodeaba el bello rostro de la
chica y la beso con pasión, gimiendo contra su aliento.
Con la mano que aferraba el corsé, tiro de las cintas para abrirlo del todo y así poder tener acceso a sus pechos y cuando sus dedos rozaron uno de los pezones de la mujer, Luca se arqueo contra él, sin dejar de acariciarlo con su mano, y gracias al ungüento, las caricias delicadas se habían vuelto más rápidas y ella apretó sus dedos en torno a él, sintiendo como su miembro palpitaba en su mano.
Sandro la besaba
desesperado, a la vez que molía sus caderas contra la mano que lo acunaba y en
pocos minutos un jadeo ronco salió de su garganta, cuando sintió como sus testículos
se tensaban y su erección vertía el resultado de su placer en esos dedos
maravillosos.
Botticelli sintió como si
la misma muerte se lo estuviera llevando y sonrió contra los labios de la
muchacha, balbuceando palabras incoherentes.
Luca acaricio sus rizos y
sonrió también al entender que él le estaba dando las gracias.
- Esti binevenit,
frumoasa mea.
Susurro ella en su idioma
materno ayudándolo a recostarse de nuevo.
-Eres hermosa bella Hécate...
Sandro cerró los ojos y
cayo de nuevo en la inconsciencia, y ella acaricio sus preciosos rizos rubios,
sintiendo un nudo extraño en el pecho.
- Nunca creí que pudiera
correrse entre los brazos de otra mujer que no fuera esa arpía de Simonetta
Vespucci....
Luca se sobresaltó al oír
la voz de Leonardo y por instinto se cubrió el pecho desnudo con las manos y sintió
como el rubor teñía sus mejillas.
-Yo...
-No...No me digas
nada.... No quiero saberlo, pero no te hagas ilusiones, mujer... Cuando
despierte pensará que ha sido un sueño, y si alguna vez se entera de que no ha
sido así, créeme que lo que ha hecho hoy no será nada en comparación con lo que
hará la próxima vez. Desde la muerte de Simonetta el juro no volver a tocar a
ninguna mujer. Solo se fijaría en ti si fueras un muchacho...
Leonardo sonrió, mirándola
con algo parecido a la pena y negó con la cabeza.
-Es un alma
atormentada... Y no quiere dejar de serlo, porque no quiere traicionar el
recuerdo de Netta. Lo mejor será que te marches antes de que recupere la consciencia...
Por tu bien y por el suyo.
Leonardo miro como los
ojos de la chica se llenaban de lágrimas y bajo la vista al suelo. No era su intención
herirla, pero ella debía saber la verdad.
Sus dedos empezaron a moverse en su tic característico, mientras miraba a Luca. Sin perder el tiempo cogió un trozo de papel y uno de los lápices de Botticelli y bosquejo un dibujo.
Sus dedos empezaron a moverse en su tic característico, mientras miraba a Luca. Sin perder el tiempo cogió un trozo de papel y uno de los lápices de Botticelli y bosquejo un dibujo.
- Nunca se acercara a ti
si te ve como una mujer... Pero si quieres, fetiță yo puedo ayudarte a que te quedes con el... ¿te
apetece convertirte en chico?
Dijo Leonardo con una
sonrisa de oreja a oreja mostrándole el dibujo que acababa de hacer.
CONTINUA EN EL CAPITULO 38
Si apesar de estar drogado, tenía tan impresionante erección no me imagino estando lúcido!! Más más más!
ResponderEliminar