CAPITULO XL
Un rato después Leo y
Girolamo miraban a Luca con aprobación, mientras ella se rascaba con ansias la
barba postiza, hecha con pelos de un origen desconocido y pegada a su rostro
con resina natural.
Mediante vendajes, entre
los dos hombres habían logrado esconder sus curvas y las ropas que habían conseguido
la hacían parecer un muchacho de entre 18 y 23 años.
Aunque en cierto modo,
debido a sus rasgos delicados seguía pareciendo una chica y Leo apretó los
labios, mirando a su alrededor, mientras movía los dedos en su tic característico,
midiendo, pensando y calculando.
-¡¡¡Aja!!! Ya sé lo que
te falta...
Sin meditarlo mucho cogió
una de las medias de Sofía y enrollándola, se la metió a la mujer en la entrepierna
de su pantalón, colocándola luego para que diera la impresión que ahí abajo había
algo.
El conde empezó a reírse
a carcajadas y Luca lo fulmino con la mirada cruzando los brazos sobre la
casaca de cuero.
- No creo que de
resultado.... Se va a dar cuenta.
Murmuro ella malhumorada
y mirando a los dos amantes con ansias asesinas.
-Si no le dejas que
toque, no se dará cuenta. Tú haznos caso. Además Girolamo mi hermana y yo
podemos trabajar aquí, y esa es la excusa perfecta para hacerte pasar por nuestro
aprendiz... Uno al que yo no puedo acoger bajo mi tutela porque estoy demasiado
atareado con el encargo de Inocencio, y entonces Sandro no tendrá más remedio
que quedarse contigo.
Luca lo medito un momento
y en la otra parte del taller oyeron gemir a Sandro que intentaba incorporarse.
Leonardo cogió a Luca de
los hombros y sin pensárselo dos veces la empujo a la vista del pintor y Sandro
frunció el ceño al verla.
-¿Quién eres tú? ¿Dónde está
Hécate?
Pregunto confuso palpándose
el chichón de la cabeza.
Luca se quedó petrificada
y no supo que decir, pero Leonardo hecho mano de su verborrea y de su ingenio y
se acercó a su amigo, instándolo a que volviera a tumbarse.
- No hay ninguna Hécate
Sandro... Anoche tuviste mucha fiebre y estuviste delirando, y tanto a mi como
a Girolamo nos querías meter mano, delirando no sé qué sobre la diosa del Tártaro,
por lo que tuve que drogarte y el conde y yo hicimos turnos para cuidarte, pero
tú te empeñaste en que la diosa de los infiernos había venido a por ti y no
veas lo difícil de controlar que eres cuando se te mete algo en esa cabezota
que tienes.... menos mal que conseguimos que te durmieras de nuevo... Por
cierto te presento a Luca. Es uno de mis nuevos aprendices y va a ayudarnos con
lo del sudario. Ya que no podemos moverte a ti hemos decidido movemos nosotros.
En un rato Zo y mi hermana llegaran con los materiales que nos faltan.
Sandro miraba confuso a
Luca y a pesar de que algo no terminaba de cuadrar en ese muchacho, acepto las
palabras de Da Vinci, dejándose caer de nuevo contra los almohadones de la
cama.
-Me hubiera gustado que
ella fuera real...Sentía paz entre sus brazos.
Murmuro el pintor tapándose
los ojos con el antebrazo y Leonardo tuvo que darse la vuelta para que Sandro
no viera que estaba intentando controlar la risa.
- Sentías paz porque
Leonardo te dio leche de amapola y curo tus heridas con beleño y belladona. En
resumen... Ibas tan drogado que no sabías lo que decías.
Girolamo se acercó a su
cama y palpo con sus dedos el chichón que tenía en la cabeza.
-¿Te duele?
Sandro asintió, haciendo
una mueca.
-Un poco, pero no
recuerdo haberme golpeado la cabeza....
Dijo en tono confuso y
dejando que Riario le pusiera una crema entre el pelo.
- Fue por mi culpa... Al tumbarte
en la cama te di sin querer contra el cabezal. ¿Sabes que pesas una tonelada
para parecer tan delgado?
Leonardo seguía aguantándose
la risa y Luca seguía petrificada, sin saber hacia a donde mirar y ambos dieron
gracias al cielo cuando oyeron la voz de Zoroastro y de Sofía en el exterior
del estudio.
Rato después, entre todos
construían la estructura de una Cámara oscura mientras Sandro los miraba
trabajar desde su cama y sonrió al ver que el muchacho joven se sentía un poco
desconcertado cuando Leonardo le pidió las sales de mercurio para fabricar las
bengalas.
-Están en ese bote de ahí.
El de cerámica.
Le dijo el pintor a Luca
y ella asintió, bajando la vista al suelo.
Sandro la miro, y sin
saber por qué tuvo deseos de que ese joven y bello muchacho le hiciera compañía
un rato.
- Y chico....cuando
termines con eso. ¿Puedes traerme un poco de agua? me muero de sed y me siento
totalmente inútil tumbado aquí sin poder hacer nada.
Luca asintió, pasándole
los tubos metálicos y las sales de mercurio a Sofía y a Zo y con una disculpa
fue a llevarle agua a Sandro.
El la acepto de buen
grado y se incorporó en la cama, apoyándose contra los almohadones.
-No sabía que Leonardo
siguiera aceptando alumnos.... ¿hace mucho que trabajas para él?
Luca negó con la cabeza, mirándose
los pies.
Sandro, confuso, inclino
la cabeza, intentando mirar su rostro y sonrió al ver como el rubor se extendía
por encima del vello facial del muchacho.
-No muerdo, chico. Puedes
hablar conmigo.
Luca levanto su vista,
fijando sus enormes ojos azules en el pintor y Botticelli sintió como el aire
se atascaba en su garganta.
A él no le llamaban la atención
los hombres, pero había algo en la mirada de ese chico que lo hizo desearlo y lamiéndose
los labios heridos, lo insto a que se sentara a su lado.
Luca cogió el vaso que le
tendía y con cuidado se sentó al borde de la cama, no muy segura de lo que
estaba haciendo. En la otra parte del taller se oían las risas de Sofía, de
Zoroastro y de Girolamo, mientras Da Vinci maldecía, intentando tensar el
sudario impregnado en los materiales necesarios para que la imagen quedara
plasmada en el lienzo.
-Creo que tendría que ir
a ayudar al maestro.
Murmuro Luca con voz
ronca, intentando que no se notara que no era un chico.
Sandro cogió su mano y negó
con la cabeza.
-No te preocupes... Él
siempre es así... Le gusta farfullar mientras trabaja, pero no es la primera
vez que usa esa técnica y con la ayuda de su hermana sabrá desenvolverse
perfectamente.
Luca volvió a sentarse,
nerviosa por sentir a Botticelli acunando su mano entre las suyas.
- Lo cierto es que hoy es
el primer día que lo veo trabajar. ¿Que se supone que está haciendo?
Sandro se encogió de
hombros y negó con la cabeza.
-No estoy muy seguro,
pero debe de ser otro de sus inventos descabellados. Quiere plasmar la imagen
de un Cristo redentor en ese lienzo, pero sin que parezca pintada, y la única
manera de hacerlo es usando la técnica de la cámara oscura.
Luca no tenía ni idea de
lo que era esa técnica, pero asintió como si realmente lo supiera.
-Pues casi podrían usarte
a ti como modelo... Tienes la espalda llena de latigazos.
Sandro abrió los ojos y
fue como si una luz se iluminara en su cabeza y con un silbido llamo la atención
de Leonardo, quien dejo de maldecir y se giró a mirarlo.
-Más te vale que me hayas
interrumpido por una buena causa o juro que pienso estrangularte con esa
maldita cosa.
Dijo señalando la
tela de dos metros.
- ¿Por qué no usas mi
espalda para la parte posterior del lienzo?
Murmuro Botticelli no muy
seguro y todos se giraron a mirarle.
- Estoy lleno de heridas,
y creo que podría funcionar....
Leonardo lanzo un grito
de júbilo y con dos grandes zancadas se plantó ante Sandro, cogiendo su cara
entre sus manos y plantándole un beso en la frente.
- Esa es la mejor idea
que has tenido en años, Botticelli...
Girolamo sonrió y se acercó
a ellos.
-Pues si me dejas que te
lleve podemos empezar...Las bengalas y la cámara están listas.
Sonrió el conde mirándolos
a todos.
CONTINUA EN EL CAPITULO 41
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