Capitulo XLI
Un par de días más tarde,
Leonardo, Girolamo y los demás habían conseguido plasmar en el lienzo la parte
trasera del cuerpo de Sandro y aunque tenue, no estaba mal del todo. Era como
mirar un cuadro pintado al revés, solo que no se habían usado ningún tipo de
pinturas.
Leonardo se desperezo,
levantando los brazos por encima de su cabeza, y miro como Sofía descansaba
recostada sobre el pecho de Zo, haciendo muecas de dolor de vez en cuando y el
maestro se levantó andando hacia su hermana.
-¿Está todo bien? ¿Quieres
que llame al físico?
Pregunto Leonardo
preocupado acariciando la frente se Sofía y ella negó con una sonrisa.
-Creo que él bebe se está
colocando para salir. Siento como si estuviera empujándome por dentro,
queriendo darse la vuelta.
Susurro la chica ahogando
una exclamación de dolor y Leonardo levanto los ojos preocupado hacia
Zoroastro.
-Déjame ver, a ver si
puedo hacer algo para que te sientas más cómoda.
Leonardo se sentó en
cuclillas frente a su hermana y con sus manos abiertas le palpo el vientre,
intentando encontrar la cabeza del bebe.
Podía tocar la curva de
sus nalgas, sus piernas encogidas y un poco más arriba la placenta de la cual
se alimentaba, pero la cabeza y los hombros no los encontraban por ningún sitio
y abrió los ojos asustado.
-Sofía... No se está
colocando... Ya lo está. Está empujando para salir.
Como si esas palabras
fueran un detonante, la chica lanzo un grito agudo y apretó las manos de Zoroastro
y Leonardo se levantó de un salto, buscando a Girolamo, a Luca y a Sandro con
la mirada.
-Chicos... Necesito que
alguno vaya a por el físico... creo que en breve voy a ser tío....
Otro grito de Sofía los
hizo volverse a los cuatro y Zoroastro los miro lleno de pánico.
-Creo que ya no hay
tiempo de ir a buscar a ningún físico... Acaba de romper aguas.
Leonardo corrió al lado
de su hermana y aunque sabía lo que tenía que hacer, no se veía capaz y miro a
sus amigos con tono de súplica.
-Por favor...Yo no puedo
hacerlo... Yo...Yo...
Luca se adelantó dos
pasos y quitándose la casaca y arremangándose la camisa se arrodillo ante Sofía.
-Necesito agua
caliente... Y trapos, y necesito que os calméis todos. En mi bolsa hay dos tónicos.
Traedme el de la botella azul, pero el de la pequeña redonda.
Riario salió disparado a
buscar el agua, Sandro los trapos y Leonardo rebusco en la bolsa de la chica,
hasta dar con el tónico que ella le había pedido y se lo tendió.
-¿Para qué es eso? ¿Qué
le estas dando?
Pregunto asustando viendo
como Luca cogía el tónico con la mano llena de sangre.
- Es solo una infusión
calmante. Se lo que hago, maestro, déjame trabajar tranquila...
Sofía y Zoroastro la
miraron con los ojos desorbitados y Leonardo se tapó la boca, ante el error de
sus palabras.
- Luego os lo cuento,
pero por favor... Tenéis que ayudarme. Bebed un sorbo cada uno. Os ayudara a
relajaros.
Sofía volvió a gritar,
apretando las manos de Zo hasta ponerlas blancas y Luca se enjuago el sudor de
la frente, manchándose la cara de sangre.
- ¡¡¡Girolamo!!!
¡¡¡Deprisa, el agua!!
Riario apareció cargando
un caldero humeante y Sandro justo detrás le tendió los trapos.
Todo iba muy deprisa y
mientras Sofía gritaba y Luca le daba ánimos, masajeando su vientre para
colocar bien al bebe y los otros tres hombres miraban espantados la escena.
- ¿No deberías hacer
algo, caro? Es tu hermana...Y está teniendo a su bebe ahora mismo....
Leonardo se paseaba por
todo el estudio mesándose el pelo y levantándolo en desordenados picos y se giró
para mirar a Botticelli y al conde.
- No sé qué hacer...
Estoy... me siento... Bloqueado.
Leonardo sabía
perfectamente que Sofía podía morir en el parto si algo salía mal y estaba
asustado y nervioso.
Sin saber expresarse
lanzo un grito y se apoyó contra la pared, dejándose caer hasta el suelo.
-Todo va a ir bien...
Parece que Luca sabe lo que hace. Ese chico es un genio...
Lo tranquilizo el otro
artista y viendo como los ojos de Leonado se llenaban de lágrimas de impotencia
decidió darle también un poco del tónico calmante.
Mientras Leonardo gemía,
apoyando en la pared y aferrando con fuerza las manos de Girolamo, Sofía
gritaba y Luca y Zoroastro ayudaban al bebe a salir al mundo, Sandro empezó a rebuscar
entre los botes que su nuevo aprendiz había estado preparando.
Se le daban bien las
hierbas, y tras encontrar otra de las botellas azules, la cogió, tendiéndosela
al futuro tío.
-Toma, bebe un poco de tónico.
Te hará bien. Y no te preocupes por Sofía. Ella es fuerte y Luca sabe lo que
hace.
Leonardo bebió de la
botellita alargada y cerró los ojos ante la esencia terrosa que desprendía el
pachuli.
Le pasó luego la botellita
a Girolamo y a Sandro y cerró los ojos, frotándose la cara e intentando
tranquilizarse.
El conde y el pintor
bebieron también y se dejaron caer al lado de Leonardo, sintiendo como la paz
que el tónico les proporcionaba los iba calmando.
Les llegaban los gritos
de Sofía y las palabras de ánimo de Luca y poco rato después se oyeron un
pequeño berrido de alguien muy pequeño y Leonardo abrió los ojos, levantándose
de golpe.
Corrió hacia la otra
parte del taller a tiempo de ver como Luca sostenía en sus manos a un bebe
gordito que chillaba a pleno pulmón y a Sofía agotada, llorando mientras
Zoroastro, que lloraba también, le daba besos a su esposa.
-Es una niña... Una niña
preciosa. Leonardo... ¿Me ayudas a pinzar el cordón umbilical?
Dijo Luca mirándolo con
una sonrisa. Él bebe gritaba agitando sus pequeñas manitas y Leonardo se acercó
y atando un lazo al cordón, aprovecho y corto por donde la chica le indicaba.
Luca envolvió al sucio
bebe en uno de los trapos de algodón y se lo tendió a Sofía, que lo abrazo
contra su pecho llorando a lagrima tendida.
- Es preciosa... Una
niña. Zo... tenemos una niña....
Lloraba la chica y
Leonardo se arrodillo en el suelo, contemplando a la personita acurrucada en el
pecho de su hermana.
Sintió como las manos de
Riario se posaban en sus hombros y se giró, mirándolo con los ojos empañados.
- Somos tíos, Girolamo...
Riario sonrió, agachándose
al lado de Da Vinci y cogió sus manos entre las suyas, visiblemente emocionado
y sin saber que decir y de pronto ambos pegaron un respingo, como si hubieran
recibido una descarga eléctrica y se miraron extrañados, al sentir como una ola
de excitación los iba calentando por dentro, provocándoles a ambos sudores y
erecciones dolorosas debido a la postura.
-¿Qué demonios...?
Susurro Leonardo
sintiendo como se le secaba la garganta y miro con los ojos muy abiertos a
Girolamo, que jadeaba también, intentando llevar aire a sus pulmones.
Luca se levantó y tras
disculparse, fue a lavarse las manos y la cara y sin querer, cocho contra
Sandro, disculpándose a la vez que seguía su camino.
Sandro los miraba a todos
sin saber que decir y de repente una ola de calor lo golpeo al sentir a Luca
estrellarse contra su cuerpo y contuvo
un jadeo al notar como su verga se ponía dura y se agarró a uno de sus lienzos,
extrañado y miro a Da Vinci y a Girolamo, que de repente se habían puesto en
pie, jadeando entre sudores.
Los recién estrenados
papas no parecían darse cuenta de nada más que no fuera su bebe, pero Sandro
pudo oler en el ambiente el almizcle de la excitación mezclado con todos los demás
aromas.
Leonardo y Girolamo
desaparecieron con prisas, disculpándose ante Sofía y Zoroastro y él se acercó
a Luca, y sin pensarlo, le rodeo la cintura con los brazos y la atrajo hacia él,
acariciándole el cuello con la nariz.
Luca se puso tensa,
notando perfectamente como la erección del pintor pulsaba contra la parte baja
de su espalda y su boca formo una O perfecta, cuando olio la esencia del
pachuli en el aliento del artista.
-Sandro... ¿Qué tónico
has cogido de mi bolsa?
Pregunto aferrándose a la
jofaina con fuerza y Sandro remoloneo, mientras su nariz seguía acariciando el
cuello de la chica.
-Uno con una botella azul
alargada... Leo, Girolamo y yo hemos bebido de él y ahora me siento extraño...
Luca sintió como su corazón
daba un vuelco y apretó la jofaina con más fuerza.
Como pudo se deshizo del
abrazo de Sandro y corrió hacia su bolsa, maldiciendo en su idioma materno y empezó
a rebuscar entre las diversas botellitas que allí guardaba y levanto sus ojos
hasta el pintor cuando el, medio atontado, le tendió el frasco del que habían
bebido.
-Oh...Por dios... Sandro,
eso no era un tónico calmante....
Susurro la chica
conteniendo un gemido.
-Pues me siento
maravillosamente, ragatzo mío...
Sandro la arrincono
contra la pared, posando sus manos en la fría piedra y se agacho hacia el
cuerpo de su aprendiz, y aplasto su pecho contra el del chico y sus labios
bajaron de nuevo hasta la garganta expuesta del que el creía que era un
muchacho y sus dientes mordisquearon los tendones de su cuello.
-Madre santa....
Jadeo Luca al sentir como
los labios de Sandro subían hacia los suyos y perdió el hilo de lo que quería
decir cuando sintió como la lengua húmeda del pintor acariciaba sus labios en
una erótica caricia.
CONTINUA EN EL CAPITULO 42.
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